Y ahora empezamos la tercera que es otro caso. Viene duro, se meten con la explotación sexual infantil. Livianito, para la tarde. Por suerte, le cambiaron la campera a Sarah porque la de la primera temporada me tenía la bolas llenas.
Frené un poco el bordado, me estaba quedando la mano en gancho, y le empecé a dar un poco de bola a mi microminiemprendimiento que lo tenía un poco (bastante, decilo Martha!) abandonado. A cortar bolsilleras se ha dicho. Por suerte, me prestaron una cortadora eléctrica. Mi trabajo se hizo más fácil pero tuve que tener mucho cuidado porque viendo la serie los dedos corren peligro, pero estamos los diez bien.